miércoles, 14 de diciembre de 2011

Cosas que dejan de importar cuando personas dejan de importar

Hoy he tenido una sensación extrañísima.

Me encontraba en el Caixaforum del Paseo del Prado, en la presentación de la nueva exposición La persistencia de la geometría, una muestra que propone un repaso por algunas de las obras del MACBA, cuando, de repente, me he visto rodeada de catalanes.

Allí estaban ellos, con su pelo cortísimo y sus patillas. Y ellas, con sus gafas de pasta y sus collares de cuentas enormes. Todos juntos, presumiendo de acento y de palabras como demá-turná-demá-turná-demá-turná.

En cualquier otro momento, no me hubiera importado en absoluto estar allí con ellos. Escuchándoles hablar en su maravillosa lengua e imaginando que paseo por la Rambla de las Flores. Pero hoy, hoy no me ha gustado nada. No sé por qué (mentira, sí que lo sé) me han molestado.

Por primera vez en mi vida me he sentido incómoda entre tanto catalán. Con ganas de largarme de allí y perderles de vista. He sentido que no tenían absolutamente nada que ver conmigo. Ni yo con ellos. Les he sentido lejos, extraños, ajenos en todo a mi vida. Y me he sentido muy aliviada cuando he salido del Caixaforum y he vuelto a caminar por las calles de Madrid.