martes, 23 de julio de 2013

Reventón


Ahí estábamos nosotros. Sentados sobre nuestros cascos en una curva de La Morcuera, con las alforjas en el suelo y con el sol del viernes escondiéndose detrás de Peñalara. Y la pobre Susi coja  aparcada en la cuneta, con un tornillo clavado en el centro de la rueda trasera. Genial.

“Tú tranquila que no pasa nada. Llamo al seguro y que venga la grúa”. “Estoy muy tranquila y si consigues llamar al seguro te invito a cenar”. “¿Cómo?”. “Que no hay cobertura en todo el puerto”. Terror, risa floja, gambas estropeándose.

Con este bautizo, ya somos moteros de verdad. Y yo estoy pensando hasta en hacerme un tatuaje en el hombro que ponga “km 21”.