miércoles, 2 de marzo de 2011

La exprincesa de los pies maravillosos

Todo empezó a terminar cuando dejé de ser la princesa de los pies maravillosos.

En el año cero, todas las cartas de amor concluían con esas palabras: "te amo, princesita de los pies maravillosos". Al pasar el tiempo, el remitente que escribía aquello olvidó incluir en sus cartas esa despedida fundamental al final de la hoja de papel.

Yo no reparé en aquel descuido irremediable hasta varios años después. Años después incluso de que también desaparecieran las cartas. Y mi sorpresa fue mayúscula. ¿En qué momento ocurrió? y, sobre todo, ¿cómo hemos permitido que pasara?

El 22 de octubre de 2004 es la fecha en la que aparecen por última vez escritas esas palabras en el archivo de misivas que descansa en el estante que hay sobre mi cama. Imagino que la frase pasaría por aquel entonces a ser la despedida de los correos electrónicos de amor: mucho más frecuentes, pero también mucho menos románticos.

El caso es que en la última carta que me escribió, también de octubre, pero del año 2009, vuelve a aparecer la palabra "princesita". Sin embargo, va predecida por un "te quiero" revelador, en lugar de por un "te amo".

Dejar de amarnos desesperadamente y empezar a querernos ha sido lo peor que me ha pasado jamás. Y nunca te lo perdonaré.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nunca es una palabra muy dura.
Yo tampoco, princesita.