viernes, 27 de enero de 2012

Plagio 01

"Ayer te ví.
Tan odioso y tan extraño.
Como esa gente con la que uno se pelea en el tráfico.

Me viste tú también.
Dudaste. No quisiste arriesgar.
Nunca fuiste muy valiente.

Hiciste muy bien.
Ahora estoy armada hasta los dientes."

martes, 24 de enero de 2012

Generación perdida

De momento estoy teniendo mucha suerte. Ni un revisor en meses.

La cosa es así. Viajo tranquila la mitad de mi trayecto. Leyendo, mirando por la ventanilla o espiando a los demás pasajeros que vuelven cansados de trabajar. Pero cuando el tren cierra sus puertas en Villaverde Alto y se pone de nuevo en marcha, cruzando la invisible y temida frontera entre la Zona A y la Zona B, dejo lo que estoy haciendo y me concentro en vigilar las dos puertas que comunican el vagón con el resto del convoy.

En mi plan sin plan, imagino que si veo entrar a un revisor pidiendo billetes me dará tiempo a esconderme en un compartimento a lo Con la muerte en los talones o a saltar a la vía y escapar a la carrera. O mejor, que improvisaré un discurso en inglés disculpándome porque soy una turista despistada y no sabía nada del cambio de zona.

Y así paso las cuatro paradas que me separan de La Serna. Con mi triste Abono Transportes y su delatora A en las manos, mirando los polígonos industriales y las casas de ladrillo de las Zonas B y B1.

Luego nunca pasa nada. Llego sin problemas, nadie me ha pillado y salgo de la estación con esa ligera satisfacción de quien ha burlado a la autoridad una vez más. Pero un día me van a enganchar. Lo presiento. Ya me toca.

_Ya te has vuelto a colar, ¿a qué sí?
_Sí.
_Un día te van a pillar.
_Lo sé. Pero no me queda otra.

lunes, 9 de enero de 2012

Día de Reyes

Te gustaría verme así.

Sentada en la alfombra, frente a la chimenea encendida. Tranquila, mientras leo el libro que me han traído los Reyes. Lugares que no quiero compartir con nadie, de Elvira Lindo, se titula.

Sé que te gustaría verme pasar las páginas, relajada y feliz, con las rodillas calientes y la espalda fría.

Y que te gustaría ver como levanto la cabeza y miro concentrada el fuego y la leña. Pienso que te gustaría verlo y entonces tengo que dejar el libro a un lado, coger un cuaderno y escribirlo.

Pienso que si me vieras dirías algo así como: me gusta que estés tranquila leyendo. Y, ¿sabes qué? A mí también me gusta.

Y no pasa nada más. Sigo leyendo, feliz y relajada, el libro que me han traído los Reyes, y que por cierto te recomiendo, satisfecha de estas cuatro frases que acabo de escribir.