Ayer maté una cucaracha.
Agarré el Cucal y apunté durante un minuto hasta que murió.
Al principio, ella intentó escapar y empezó a correr. Pero yo no flaqueé y
seguí rociando al bicho con el spray.
La dejé muerta en la cocina y salí al balcón con las piernas
temblando a respirar el aire puro de la M-30.
Supongo que el tiempo lo cura todo.
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